Convocatoria a artículos: Desórdenes informativos en ecosistemas mediáticos latinoamericanos

Como complemento a nuestras investigaciones sobre ecosistemas de medios en el Centro ISUR, estaremos co-editando un dossier temático para la Revista Dixit sobre Desórdenes informativos en ecosistemas mediáticos latinoamericanos.

 

Invitamos a académicos, investigadores y profesionales a contribuir a contribuir con sus investigaciones. Se pueden para presentar trabajos hasta el 20 de Abril de 2024.  

DOSSIER: Desórdenes informativos en ecosistemas mediáticos latinoamericanos

La proliferación de información problemática en los ecosistemas mediáticos ha contribuido al incremento de una serie de desórdenes informativos que representan desafíos sin precedentes para las sociedades contemporáneas (Del-Fresno-Garcia, 2019; García-Marín, 2020; Tucker et al., 2018; Wardle & Derakhshan, 2017).

Conceptualizados desde diversas perspectivas y utilizando diferentes términos —“desinformación”, “misinformación”, “hechos alternativos”, “noticias falsas”, “deepfakes”—, los desórdenes informativos se caracterizan por la difusión intencionada o no intencionada de contenidos inexactos y por su rápida producción y propagación en entornos en red.

Desde la política a la economía, pasando por la cultura y la salud pública, la abundante y veloz circulación de informaciones falsas y engañosas a través de medios digitales y análogos ha generado alteraciones en el desarrollo de los procesos democráticos, la confianza en las instituciones y la salud pública, entre otros. Aunque los desórdenes informativos son un problema de escala global, se manifiesta de forma particular en contextos regionales, nacionales y locales de acuerdo a condiciones históricas, culturales, tecnológicas, políticas y económicas específicas.

El objetivo de este dossier es reunir investigaciones que permitan avanzar en la comprensión de los desórdenes informativos en los ecosistemas mediáticos latinoamericanos, su impacto en diversos ámbitos y las estrategias para mitigar sus efectos.

Investigar los desórdenes informativos presenta varios retos conceptuales y metodológicos (Altay et al., 2023; Anderson, 2021; Camargo & Simon, 2022). A pesar del auge de investigaciones desde la comunicación y otras disciplinas sobre este problema en la última década, y de los esfuerzos por contrarrestar su propagación y efectos por parte de gobiernos, empresas y académicos, la terminología utilizada para explicar los desórdenes informativos continúa siendo debatida y presenta diferencias culturales, contextuales y lingüísticas. Así mismo, a nivel metodológico, la naturaleza dinámica del problema, la escala y el volumen de información, la diversidad y rápida evolución de plataformas digitales, el ahistoricismo y las consideraciones éticas representan desafíos que los investigadores deben confrontar. Abordar con éxito estos retos exige colaboración interdisciplinar, marcos éticos y el compromiso de mantenerse al día de los últimos avances tecnológicos.

En este sentido, surgen las siguientes preguntas: ¿Cuáles son las aproximaciones metodológicas y conceptuales para investigar y entender los desórdenes informativos en el contexto latinoamericano? ¿Cómo han evolucionado en la última década?

Para este dossier, convocamos a colaboraciones en forma de artículos de investigación que amplíen los límites del conocimiento actual en los estudios sobre desinformación y los desórdenes informativos.

Líneas temáticas sugeridas, pero no limitadas a las siguientes: 

  • Aproximaciones metodológicas al estudio de los desórdenes informativos.
  • Definiciones, tipología y formatos de los desórdenes informativos.
  • Populismo, democracia y desinformación.
  • El rol de los verificadores (fact-checkers) ante el desorden informativo.
  • Redes sociales, plataformas digitales y desinformación.
  • Inteligencia artificial, automatización y desórdenes informativos.
  • Discurso violento (de odio), libertad de expresión y desórdenes informativos.
  • El periodismo frente a la desinformación.
  • Incentivos para la producción, amplificación y consumo de desinformación.
  • Economía y lógica comercial del desorden informativo.
  • Medidas para contrarrestar y adaptarse a los desórdenes informativos (e.g. alfabetización mediática e informacional, regulación, moderación de contenidos).
  • Costos de los desórdenes informativos en términos económicos, políticos, de salud pública, entre otros.
  • Eventos paradigmáticos: pandemia, procesos electorales, protestas sociales, conflictos internacionales, estudios de casos locales y globales.
  • Derechos humanos, desigualdades y desórdenes informativos.

Información importante

Referencias

  • Altay, S., Berriche, M., & Acerbi, A. (2023). Misinformation on Misinformation: Conceptual and Methodological Challenges. Social Media + Society, 9(1). https://doi.org/10.1177/20563051221150412
  • Anderson, C. W. (2021). Propaganda, misinformation, and histories of media techniques. Harvard Kennedy School (HKS) Misinformation Review, 2(2). https://doi.org/10.37016/mr-2020-64
  • Camargo, C. Q., & Simon, F. M. (2022). Mis- and disinformation studies are too big to fail: Six suggestions for the field’s future. Harvard Kennedy School (HKS) Misinformation Review, 3(5). https://doi.org/10.37016/mr-2020-106
  • Del-Fresno-García, M. (2019). Desórdenes informativos: sobreexpuestos e infrainformados en la era de la posverdad. El Profesional de la Información28(3), e280302.
  • García-Marín, D. (2020). Infodemia global. Desórdenes informativos, narrativas fake y fact-checking en la crisis de la Covid-19. El Profesional de la Información29(4), e290411.
  • Tucker, J. A., Guess, A., Barbera, P., Vaccari, C., Siegel, A., Sanovich, S., Stukal, D., & Nyhan, B. (2018). Social Media, Political Polarization, and Political Disinformation: A. Review of the Scientific Literature. SSR Electronic Journal. https://doi.org/10.2139/ssrn.3144139
  • Wardle, C., & Derakhshan, H. (2017). Information Disorder: Toward an interdisciplinary framework for research and policy making. Council of Europe. https://edoc.coe.int/en/media/7495-information-disorder-toward-an-interdisciplinary-framework-for-research-and-policy-making.html

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* Doctor en Comunicación y Cultura por la Universidad Federal de Río de Janeiro, Brasil. Magíster en Comunicación por la Pontificia Universidad Javeriana, Colombia. Antropólogo por la Universidad de Antioquia, Colombia. Profesor del programa de Periodismo y Opinión Pública de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, Colombia. Algunas de sus líneas de investigación son: periodismo y análisis de medios, economía política de la comunicación, ecosistemas mediáticos y plataformas digitales.

** Profesor asistente en el departamento de Comunicación en la Pontificia Universidad Javeriana, Colombia. Investigador asociado en el Centro ISUR de la Universidad del Rosario, Colombia, y en el Centro Berkman Klein para la Internet y la Sociedad de la Universidad de Harvard, Estados Unidos. Trabaja en la intersección entre estudios críticos de Internet y de datos, juventud, nuevos alfabetismos y ecosistemas mediáticos.

 

 

Fact-checking (verificación) en un contexto de desorden informativo

Vivimos en una sociedad de comunicación inmediata, estamos hiperconectados los unos a los otros, ya sea por redes sociales o aplicaciones de chat en las que se produce, circula y se consume la información. Según el informe Global Digital Trends se estima que para principios de este año en curso cerca de 4.76 mil millones de personas usan redes sociales, es decir, cerca del 59% de la población mundial consume y tiene acceso a plataformas digitales. Es por la masividad y el consumo mundial, que las redes sociales son el escenario ideal para la transmisión de información.

El desorden informativo agrupa la desinformación, la misinformación  y la malinformación. Cuando la información es usada de forma malintencionada, modifica su contenido, y ataca personas, grupos o gobiernos es  desinformación. Es necesario entender que en medio de una disputa política o una confrontación entre dos personas con alto poder la desinformación, puede provenir de su opositor, para desestabilizar su imagen sobre la gente. Es por esto por lo que es necesario buscar fuentes oficiales, y no caer en las trampas del desorden informativo. 

Frente a este panorama, que no es nuevo, a mediados de los 90 en Estados Unidos aparece Snopes, considerada la primera página dedicada a la recolección y comprobación de información engañosa y problemática. Snopes emerge en el año de 1994, y aunque en sus inicios se dedicaba a la verificación de información basada en leyendas urbanas, rumores y noticias, hoy en día ha evolucionado al punto en que se convirtió en una empresa que realiza actividades de fact-checking (o verificación)

Actualmente el ejercicio de Fact-Checking se ha convertido en un ejercicio periodístico que se dedica a la verificación de datos, hechos o afirmaciones. Un verificador de información es un periodista que asume esta necesidad de transparencia,  y tiene un rol de compromiso con la verdad, una información sana,  transparente y sin interés. 

Ahora bien, así como el papel del fact-checker ha crecido en un contexto de desorden informativo, la visibilidad y el alcance de la información problemática  también lo ha hecho. Las redes sociales y plataformas digitales son espacios críticos para el ejercicio del fact-checking. Redes sociales como Facebook o Twitter (ahora X) parten de un principio de libre expresión, que no necesariamente va de la mano con la verdad. Es ahí donde el verificador aparece. “El periodismo de verificación tiene el reto de articularse con estos espacios donde se propaga la desinformación no como medio o aparato de control sino como medio de confianza para el debate libre e informado”, afirma el investigador Carlos Rodriguez, de la Universidad de Ibagué en su texto “Una reflexión sobre la epistemología del fact-checking journalism: retos y dilemas”.

Desorden informativo en contextos de crisis

Durante la escritura de este texto se completaron 12 días del recrudecimiento del conflicto en la Franja de Gaza y  Palestina ocupada. Las redes sociales, los canales y medios de comunicación se han llenado de información, han tratado de comentar lo que sucede, partiendo desde un momento coyuntural, el día a día, o el origen de este conflicto. En medio de la inmediatez, las agendas políticas y las convicciones tanto de medios como de personas se han difundido varias noticias de las cuales los Facts-checkers se han tomado el tiempo y la tarea de confirmar o desvirtuar. EFE Verifica, el sistema de verificación de información de la agencia EFE ha recogido las noticias que más han generado impacto. 

Inicialmente se habló de que en medio del conflicto, el grupo armado Hamas había secuestrado a 40 niños los cuales después habrían decapitado. Esto fue difundido por cientos de medios y portales de noticias, dada la situación compleja de la zona y lo violento del ataque realizado por Hamás la información inicialmente fue dada como cierta. Sin embargo, con el paso de los días se comprobó que esta información no era cierta, no se conocieron imágenes, ni confirmaciones oficiales de este suceso. 

Esta desinformación comenzó cuando una reportera israelí aseguró haber visto los cuerpos de los menores, luego afirmó que había escuchado esto, sin embargo, nunca lo pudo comprobar. Esto termina siendo un ejemplo de cómo una situación tan compleja y deshumanizante como es la guerra y las confrontaciones bélicas terminan siendo utilizadas para incluso recrudecer más la guerra. 

Así mismo, en el contexto del conflicto que se está viviendo actualmente se ha utilizado información real, pero manipulada totalmente. El día 17 de octubre fue bombardeado un hospital en la Franja de Gaza, se estima que entre las víctimas hay por lo menos 500 personas. La responsabilidad de este atroz acto no ha sido asumida por ninguna de las partes, desde el lado palestino afirman que fue un ataque israelí, mientras que Israel ha entregado tantas versiones que genera confusión y poca solidez en su defensa. Una de las defensas dijo que había sido un cohete del propio Hamas, para esto difundieron un video en que se ve un cohete impactando contra una edificación. Este video circuló en redes, pero igualmente no se pudo determinar si la fecha del video coincide con el suceso, o si era siquiera el hospital que se menciona.

El contexto actual en el que todos juegan un papel, resalta la figura del fact-checker. En este caso, el diario estadounidense de New York Times dirigió todo un equipo de investigación, análisis de video, reporteros e investigadores en desenredar este caso. Si bien esta investigación realizada por el Times no determina quien es el responsable, sino pone a prueba el video más viralizado y logra demostrar que no corresponde al ataque del hospital Al-Ahli.

Iniciativas de fact-checking en Colombia

Por otro lado, entendiendo a los facts-checkers como agentes necesarios en la circulación de información de calidad, podemos reconocer el papel que juegan dentro de los medios de comunicación. Un estudio demostró como desde las agencias de noticias se han intensificado los esfuerzos por generar un contenido más limpio y directo para contrarrestar la desinformación y misinformación en línea. Incluso hay casos de medios de comunicación que han implementado equipos de fact-checkers dentro de sus salas de redacción, por ejemplo, La Silla Vacía en Colombia, quien cumple un papel de comprobación de información sobre todo en coyunturas políticas como debates previos a elecciones regionales o presidenciables y discursos políticos.  

Igualmente, el trabajo de los facts-checkers debe ser visibilizado por los medios de comunicación como una forma de comprometerse con la verdad y la transparencia, por ejemplo al desmentir o al rectificar una noticia. Sumado a esto, las redes sociales, son un espacio de difusión de información. Están las páginas oficiales de los medios, y por otro lado las páginas personales de los usuarios,  que quieren informar. En cualquiera de los dos espacios se pueden presentar casos de desorden informativo que afectan la comunicación. 

Igualmente, en Colombia aparte del caso ya mencionado de La Silla Vacía que asume un rol de fact-checker en contiendas electorales, existe otro proyecto de verificación de hechos y detección de noticias falsas o modificadas. Consejo de Redacción es una asociación de periodistas que fomenta  el periodismo investigativo. De ahí se desprende ColombiaCheck, un proyecto que agrupa a más de 100 periodistas con una plataforma de verificación y comprobación de hechos en el ecosistema de noticias. Este proyecto es financiado por medio de ONGs y algunos donantes de la red, como Facebook y Google.

Desde ColombiaCheck han entendido el fact-checking para la “preservación de la exactitud, transparencia e imparcialidad para salvaguardar la democracia y la responsabilidad ante los públicos”. El trabajo que realizan desde Colombia Check parte de la revisión de una afirmación, a partir de ahí se verifica la procedencia, y se contrasta la información contextualizando, buscando fuentes oficiales y finalmente realizan una clasificación entre si es verdadero, falso o cuestionable. 

Cabe aclarar que ambos portales, La Silla Vacía y ColombiaCheck pertenecen al International Fact-Checking Network, una red internacional que agrupa a los principales verificadores comprometidos con la comprobación y la transparencia de la información. Son cerca de 100 los verificadores agrupados en la IFCN en todo el mundo, y desde el 2015 trabaja en la capacitación de los verificadores. Además, la IFCN es propiedad de Poynter, una escuela de estudios del periodismo, donde recibe gran parte de su financiación, además, de la posibilidad de recibir donaciones por parte de las personas interesadas en trabajar el campo de la desinformación.