Desorden informativo durante la pandemia por Covid-19

Durante los primeros meses de la pandemia de Covid-19 en 2020, cuando se desconocían aspectos sobre el virus y el futuro de la situación sanitaria, surgieron masivamente narrativas engañosas sobre el origen del virus, el desarrollo de vacunas, las medidas sanitarias y el proceso de vacunación. Esto no ocurrió únicamente en Colombia, el desorden informativo se propagó en todo el mundo.

La problemática de producción y circulación de narrativas engañosas no surgió con la Covid-19, ni siquiera es algo nuevo de este siglo, pero el contexto de pandemia y la abrumadora circulación de información en medios tradicionales y digitales llevó a que se hablara de “otra pandemia”, o infodemia. Tal como lo define la OMS, el término de “infodemia” se refiere a la sobreabundancia de información, especialmente errónea a favor de algunos intereses, lo que llevó a que las instituciones tomaran medidas para enfrentarla.

Desde diferentes disciplinas se han desarrollado investigaciones sobre el desorden informativo para entender los motivos, canales, temáticas y formatos en los que se presenta la información engañosa, manipulada o errónea.

Estudios realizados en Brasil y países hispanos, como España, Argentina, México, Perú y Ecuador han concluido que la principal fuente de difusión han sido redes sociales como WhatsApp, Facebook y Twitter. Las temáticas sobre las cuales se crea el desorden informativo, ya sea de desinformación, misinformación o malinformación (conozca las definiciones aquí) van desde el origen del virus, el contenido de las vacunas, las medidas tomadas por los gobiernos hasta falsas atribuciones a figuras de autoridad.

Un ejemplo de la manipulación mediática y la elaboración de montajes es la pieza de desinformación que circuló en Colombia, cuando en 2021, a inicios de la etapa de vacunación, se difundió en redes sociales la imagen de una plantilla conocida del periódico El Tiempo con la imagen de la entonces vicepresidenta, Martha Lucía Ramírez, a quien se le atribuía erróneamente la frase: “La vacuna de Pfizer produce fiebre entre 8 y 12 días, luego de mejorar puede dejar de usar el tapabocas”. La imagen fue difundida a través de Twitter, donde ya varias personas habían comentado al respecto en contra de Ramírez.

Imagen: ColombiaCheck
Motivaciones y causas de la desinformación

Varios autores han estudiado las motivaciones y causas detrás de la creación y difusión de los diferentes tipos de desorden informativo en canales digitales. Algunas de estas se pueden resumir en los siguientes puntos:

  • Polarización: la división a favor y en contra de medidas tomadas por los gobiernos, como el uso de tapabocas y confinamientos.
  • Aumento del uso de plataformas: durante la cuarentena, las plataformas digitales eran el único medio de socialización, por lo que cada vez más personas hacían uso de ellas.
  • Cantidad abrumadora de información: sobre todo en los primeros meses de declaración de la pandemia, la cantidad de información aumentó significativamente, no sólo en redes sociales, también en otros medios, y esto, sumado a la expectativa de las personas, facilitó la colación de contenido poco confiable.
  • Incertidumbre: ante el desconocimiento y el miedo a lo que traería el futuro, y la desconfianza en las instituciones, incluyendo los medios de comunicación, las teorías conspirativas y explicaciones anticientíficas tuvieron más posibilidades de ser aceptadas y compartidas entre las personas.

Otros estudios han señalado que las personas tenemos predisposición a creer y buscar contenido que se alinee con nuestras creencias previas, con el riesgo de que sea falso, esta tendencia es conocida como sesgo de confirmación, y de esto depende, en la mayoría de los casos, el “éxito” del desorden informativo: de que su contenido apele a sentimientos e identidades de comunidades y grupos existentes. Así asegura credibilidad y mayor difusión.

Medidas ante la desinformación y misinformación

Ante el flujo de desinformación y misinformación sobre el Covid-19 y la vacunación, se han tomado diferentes medidas por parte de gobiernos, medios de comunicación y las empresas que administran las redes sociales. Estas medidas han estado encaminadas tanto a la prevención como a la verificación del contenido problemático.

La mayoría de gobiernos, como el de Colombia, crearon canales exclusivos de información sobre la pandemia, como páginas web, perfiles en redes sociales, líneas telefónicas y espacios televisados. En los medios de comunicación, principalmente digitales, tomaron fuerza los verificadores o fact-checkers, que desmienten o comprueban la veracidad del contenido que circula en redes sociales y otros medios.

Imagen: elaboración propia. Imágenes de los canales exclusivos para Covid-19 en diferentes países.

Las redes sociales, como Facebook e Instagram, empezaron a advertir sobre el contenido que podía contener desinformación. En el caso de Instagram esto es exclusivo para lo relacionado con Covid-19. En Twitter, ahora X, se implementaron medidas como la eliminación de tuits con contenido falso sobre el virus y la aparición de etiquetas sobre el contexto o posible contenido engañoso, posteriormente se implementaron las notas de la comunidad, donde las personas pueden dejar notas aclaratorias sobre el contenido de cualquier tuit. En Youtube se implementó la eliminación de contenido contrario a las recomendaciones sanitarias de las autoridades, así como de videos negacionistas de la pandemia y tratamientos milagrosos, no sólo para el Covid, sino también para enfermedades como el cáncer. Esta misma medida adoptó Tik Tok, además de crear una sección exclusiva en sus tendencias con información de la OMS.

Estas redes sociales también brindan a los usuarios la opción de denunciar aquel contenido que no consideren adecuado y, por supuesto, la denuncia es revisada y posteriormente aprobada o negada. Otras redes, sobre todo de mensajería instantánea, como WhatsApp, Telegram y Signal tomaron medidas como limitar la cantidad de veces que puede ser difundido un mensaje, sin embargo, a nivel de moderación de contenido no se adoptaron normas.

A pesar de estas medidas aún no existe una fórmula para eliminar por completo el desorden informativo ni evitar que se siga  propagando. Al final, evitar caer en sus diferentes presentaciones está en manos de cada uno y de las medidas que tomemos. Además, se requiere no sólo esfuerzo individual sino colectivo de actores como instituciones, empresas, escuelas, investigadores, dispuestos a entender la complejidad del desorden informativo y colaborar para detener su crecimiento.

Referencias:
  • Altay, S., Berriche, M., & Acerbi, A. (2023). Misinformation on misinformation: Conceptual and methodological challenges. Social Media+ Society, 9(1), https://doi.org/10.1177/20563051221150
  • García-Marín, D., & Merino-Ortego, M. (2022). Desinformación anticientífica sobre la COVID-19 difundida en Twitter en Hispanoamérica. Cuadernos. info, (52), 24-46.
  • Gutiérrez-Coba, L., Coba-Gutiérrez, P., & Gómez-Diaz, J. A. (2020). Las noticias falsas y desinformación sobre el Covid-19: análisis comparativo de seis países iberoamericanos. Revista Latina De Comunicación Social 78, 237–264.  https://doi.org/10.4185/RLCS-2020-1476
  • Masip, P., Aran-Ramspott, S., Ruiz-Caballero, C., Suau, J., Almenar, E., & Puertas-Graell, D. (2020). Consumo informativo y cobertura mediática durante el confinamiento por el Covid-19: sobreinformación, sesgo ideológico y sensacionalismo. El Profesional de La Información, 29(3).  https://doi.org/10.3145/epi.2020.may.12
  • Noain Sánchez, A. (2021). Desinformación y Covid-19: Análisis cuantitativo a través de los bulos desmentidos en Latinoamérica y España. Estudios sobre el Mensaje Periodístico, 27(3), 879-892.
  • Rabb, N., Cowen, L., de Ruiter, J.P., Scheutz, M. (2022) Cognitive cascades: How to model (and potentially counter) the spread of fake news. PLoS One, 17(1). doi: 10.1371/journal.pone.0261811.
  • Vega-Dienstmaier, J. (2020). Teorías de conspiración y desinformación en torno a la epidemia de la COVID-19. Revista de Neuro-Psiquiatría, 83(3):135-137. https://revistas.upch.edu.pe/index.php/RNP/article/view/3792

El desafío del desorden informativo

Seguramente alguna vez has escuchado sobre las noticias falsas. ¿Has recibido alguna? Estas son solo una muestra del desorden informativo que nos podemos encontrar en redes sociales y páginas web. Aunque no es la primera vez en la historia en la que nos enfrentamos con rumores, bulos o chismes, las herramientas tecnológicas han contribuido a que fotos, videos o informaciones puedan manipularse y divulgarse rápidamente a escala masiva.

Queremos ahondar en lo que significa e implica el desorden informativo. Y para ello es importante que cuando encontramos contenido falso, manipulado o engañoso pensemos en la intención que tiene. Nos hemos guiado de los tipos de desorden informativo que propone el proyecto First Draft News, el cual fue fundado en 2015 por nueve organizaciones reunidas por Google News Lab para luchar contra la desinformación en línea.

En los ecosistemas mediáticos de los que hacemos parte encontramos los diferentes tipos de desorden informativo, que son:

  • La misinformación o información errónea: es contenido falso, pero pero la persona que la difunde cree que es cierta o no tiene la intención de causar un perjuicio. La podemos encontrar en pies de fotos, fechas, estadísticas, imágenes, traducciones y sátiras que se consideran ciertas.
  • La desinformación: la creación y difusión deliberada de información que se sabe que es falsa. Este contenido se fabrica o manipula con el propósito de crear teorías de la conspiración y rumores. También se crea con intenciones políticas, económicas, de hacer daño a un partido, un estado o una empresa.
  • La información maliciosa o malinformación: información que es verdadera, pero que se difunde para causar daño. Por ejemplo la publicación de información personal y privada que aunque verídica es utilizada para causar un perjuicio.

En el siguiente diagrama podemos ver cómo se entrelazan cada uno de los tipos de desorden informativo según su falsedad e intención de perjudicar. En el extremo de la falsedad está la misinformación, que es falsa, pero sin intención de perjudicar. En el medio está la desinformación que cumple con los criterios de ser falsa o engañosa, pero también de perjudicar. La malinformación se encuentra en el otro extremo con intenciones de manipular.

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Para explicar mejor daremos unos ejemplos relacionados con uno de los momentos en los que recibimos una gran cantidad de información que en el inicio fue difícil de verificar: la pandemia por el COVID-19.

Misinformación o información errónea

¿Cuál era el efecto de las vacunas? ¿De qué variantes nos protegían y de cuáles no? Gustavo Petro, quien ahora es presidente de Colombia publicó en su Twitter que las vacunas que llegaron a Colombia no protegían de la variante Delta. Sustentó su afirmación en declaraciones de Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos. Fauci decía que la variante podía ser transmitida por vacunados y no vacunados, lo cual no es exactamente lo que Petro interpretó: que no protegían.

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Después de recibir críticas se retractó de sus afirmaciones afirmando que las vacunas “Sirven para detener la muerte y la hospitalización. Hay que vacunarse ya”. Este es un ejemplo de cómo un contenido puede contener errores involuntarios y divulgarse para alimentar el desorden informativo en forma de misinformación.

Desinformación

Sobre el efecto de las vacunas encontramos también mucha desinformación. Un ejemplo de contenido manipulado para divulgar rumores fue una imagen que afirmaba que las vacunas cambiaban el color de la sangre al contener grafeno. Mostraba dos bolsas de sangre, una de color más clara y otra de color más oscura que se le atribuía al Banco Sangre Cruz Roja”. Sobre cada bolsa están escritas unas palabras, en la de rojo más claro: “de No vacunados, sin grafeno, donable” y la de color más oscuro la marcaron como “de vacunados, con grafeno, rechazada para donar”.

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Esta imagen que circuló en muchas redes sociales y aplicaciones de mensajería fue desmentida por verificadores, pero seguramente previno a muchas personas de no vacunarse o temer que las vacunas dañaran su cuerpo.

También hubo casos de personas que advertían sobre muertes o el fin de su vida por alertar al mundo sobre los peligros de la vacunación. Un caso que podríamos clasificar como información maliciosa o malinformación es el de Andreas Noack, un alemán, que según se decía en redes sociales fue asesinado después de alertar que las vacunas contra el COVID llevan grafeno. La imagen que circulaba en publicaciones decía “No era óxido de grafeno sino hidróxido de grafeno. Son como pequeñas cuchillas muy afiladas que cortan a las personas desde dentro. Es la conclusión a la que llegó el Dr. en química Andreas Noack, y darlo a conocer le ha costado la vida”.

Efectivamente Noack era un químico alemán, pero se hizo famoso por compartir en YouTube y Telegram vídeos negacionistas sobre la pandemia y las vacunas. Además, la causa de su muerte se atribuyó a una emergencia médica en camino a un hospital. Podemos ver que esta información privada se sacó de contexto para generar desconfianza sobre las vacunas y así evitar que la gente se las aplicara.

Con los ejemplos anteriores podemos observar como el desorden informativo se genera con intenciones que parten desde la falsedad, ya sea involuntaria, hasta la intención de perjudicar para manipular.

Las categorías del desorden informativo

Para ahondar un poco más, en los tipos de desorden informativo explicaremos siete categorías de misinformación y desinformación. Esta tipología es útil para evitar  llamar a toda la información problemática “noticias falsas”. Como veremos hay un espectro de intencionalidad, de bajo a alto daño, donde se ubican las diferentes categorías.

misinformacion-y-desinformacion

  • La sátira o parodia puede ser detectada por las primeras personas que interactúan con ella, pero cuando comienza a compartirse, se olvida su conexión y origen y puede pasar por información creíble. La sátira busca ridiculizar, avergonzar o humillar a una persona por medio de la risa. Pero es importante que el público la reconozca, pues puede ser entendida superficialmente.
  • La conexión falsa se atribuye a las prácticas que sacan de tono o contexto los titulares o imágenes. Sabemos que no todo el mundo entra a leer las noticias o artículos y así se comienza a generar desorden de la información.
  • El contenido engañoso tiene el problema de que no se trata de información falsa o verdadera, sino que está llena de matices por el contexto u omisión de información. Cada vez se vuelve menos inofensivo por la cantidad de información que se produce y la imposibilidad de desmentirla.
  • El contexto falso es información verdadera, no manipulada, con una intención determinada pero que se comparte con una totalmente diferente. Podemos encontrarla en declaraciones o videos antiguos que se traen para explicar o exponer algo de la actualidad.
  • El contenido impostor se caracteriza por engañar con determinados referentes que tenemos alojados ya en nuestro cerebro. Es contenido falso o engañoso que usa logos conocidos, noticias o periodistas con reconocimiento.
  • El contenido manipulado altera la información de algo verídico. Con las inteligencias artificiales y herramientas digitales es cada vez más fácil de elaborar.
  • El contenido fabricado es por completo falso. Utiliza imágenes, titulares o descripciones para fabricar rumores.

¿Por qué existe el desorden informativo?

El desorden informativo es un problema complejo que afecta a las sociedades contemporáneas, cuyos efectos, causas y dinámicas están siendo investigado desde múltiples disciplinas. Guallar y otros investigadores han estudiado los medios de comunicación, redes sociales y servicios de mensajería para observar en qué temáticas esta más extendida la falta de rigurosidad informativa. Las temáticas de desinformación halladas fueron política, ciencia y salud, impactos económicos y medio ambiente en formatos de narraciones, memes, sitios web e identidades inventadas, imágenes y videos alterados o descontextualizados.

De acuerdo con con Altay, Beriche y Acerbi las personas leen y comparten en redes sociales desinformación para socializar, para expresar escepticismo, indignación o enojo, para señalar la pertenencia a un grupo, o simplemente para divertirse. Siguiendo a Wagner y Boczkowski, estos investigadores afirman que este comportamiento “muestra formas de negociación y resignificación de contenido falso”. Según estos investigadores las creencias erróneas son una racionalización de actitudes preexistentes como la desconfianza hacia las instituciones.

El desorden informativo  puede estar ligado a problemas socioeconómicos y psicológicos más profundos. Su estudio y seguimiento no solamente es responsabilidad de las instituciones o medios de comunicación. Los públicos y audiencias también debe ser críticos de la información que consumen y difunden. Vivimos en un constante desorden informativo y reconocer su existencia puede ayudarnos a no sucumbir en él. Un primer paso es entender las diferentes tipologías de información problemática que hacen parte del desorden informativo.

Referencias

  • Altay, S., Berriche, M., & Acerbi, A. (2023). Misinformation on misinformation: Conceptual and methodological challenges. Social Media+ Society, 9(1), 20563051221150412.
  • Guallar, J,. Codina, L., Freixa, P. & Pérez-Montoro, M. (2020). Desinformación, bulos, curación y verificación. Revisión de estudios en Iberoamérica 2017- 2020. TELOS: Revista de Estudios Interdisciplinarios en Ciencias Sociales, 22(3). 595-613.