Tácticas narrativas del movimiento de escépticos de las vacunas en Internet

Aunque los movimientos y agrupaciones de personas que desconfían de las vacunas, que se oponen a la vacunación,   y que son escépticas  sobre las vacunas (vaccine hesitancy)  crecieron  con la llegada de medios digitales como blogs, foros y páginas web en algunos países de Norteamérica y Europa, especialmente Estados Unidos, Canadá y Reino Unido, el auge de redes sociales y aplicaciones de mensajería instantánea, y el contexto de la pandemia de la Covid-19, permitió que estos  movimientos se consolidaran  en otras regiones del mundo. Esto resultó evidente durante el proceso de vacunación para Covid-19, cuando este movimiento organizó protestas y eventos a nivel global, a través de organizaciones internacionales con presencia en redes sociales, principalmente Twitter y grupos de Facebook, así como grupos de WhatsApp.

 

El movimiento de dudosos frente a las vacunas se ha convertido en objeto de estudio para numerosos autores, quienes evalúan su comportamiento y comunicación en el ecosistema mediático digital. Estos estudios se han realizado en Estados Unidos, Canadá, España, Bolivia, entre otros, con diversas metodologías, que van desde análisis de contenido en redes sociales como Twitter y WhatsApp hasta encuestas. En uno de estos estudios, realizado a páginas web de movimientos de indecisos frente a las vacunas en Canadá, la investigadora Anna Kata (2011) identificó diferentes tácticas usadas por este movimiento. Estas giran alrededor de cuatro objetivos mencionados a continuación:

 

  • Sesgar a la ciencia: aprobar y promocionar estudios o teorías científicas a favor del movimiento. Este objetivo se relaciona con narrativas como “no soy antivacunas, soy pro vacunas seguras”, “las vacunas deberían ser 100 % seguras” o “la ciencia se ha equivocado antes”. 
  • Cambiar las hipótesis: proponer continuamente nuevas teorías sobre las vacunas, aplicando narrativas como “las vacunas son tóxicas” o “no se puede probar que las vacunas sean seguras”.
  • Censura: este objetivo, como el siguiente, se concentra en reprimir lo que dicen quienes opinan diferente o defienden las vacunas.
  • Ataques a opositores: algunos de estos ataques llegan a ser directos y personales, usando narrativas que insinúan que quienes están a favor de las vacunas lo hacen por dinero de las farmacéuticas.

 

Narrativas escépticas en Instagram y en idioma español

Estas tácticas narrativas se han popularizado entre los escépticos de la vacunación alrededor del mundo, y han sido replicadas en contenidos de redes sociales publicados en diferentes idiomas por usuarios escépticos de diferentes países. En nuestra investigación sobre desorden informativo y vacunación contra COVID-19 en Bogotá, hemos encontrado que publicaciones en redes sociales en idioma español son amplificadas por agrupaciones y personalidades locales que tienen posturas escépticas y críticas hacia las vacunas.

 

Un ejemplo de narrativa científica sesgada se basa en publicar estudios que demuestran efectos negativos de las vacunas, ignorando la estadística, estudios, autoridades y demás información oficial detrás de estos casos. En la siguiente imagen se evidencia cómo desde una cuenta de Instagram, un abogado argentino, parte del movimiento de escépticos de la vacunación, difunde la imagen de un titular de un artículo donde se asegura que la mortalidad de niños en Europa aumentó en un 63.000 % debido a la vacuna de Covid-19. En la nota, que fue eliminada, se aseguraba que esa cifra había sido reportada por el Sistema Europeo de Monitoreo de Mortalidad (EuroMOMO). Lo que reportó ese sistema en el boletín citado fue la muerte de más de 60.000 niños en 24 países de Europa en la semana 22 del año 2023, sin atribuir ninguna causa y, por tanto, tampoco a las vacunas. Aunque la nota fue eliminada, no hubo ninguna publicación de retracto y ya había sido compartida en distintas redes sociales, como el caso de la imagen, donde la gente se muestra indignada frente a la cifra.

 

Captura de Instagram
Imagen: captura de Instagram.

 

Esta narrativa sesgada también se evidencia en cuestionamientos tanto a la efectividad como a las vacunas en general, en este caso, respaldados por científicos y médicos que promueven el escepticismo y la desconfianza.  Por ejemplo, en la siguiente publicación, una médica argentina ofrece “controles posteriores a los inóculos”, señalando que “jamás fueron experimentales, tiene claros objetivos”. Además asegura que las vacunas contra el Covid-19 no son necesarias y que generan una lista de efectos secundarios que se observan en la publicación. Estas y otras afirmaciones de otros médicos han sido verificadas por ColombiaCheck.

 

Captura de Instagram
Imagen: captura de Instagram.

 

También se ha señalado que las vacunas no cumplieron todas las fases de prueba o que realmente fueron hechas para modificar el ADN, así como que pueden llegar a causar cáncer o esterilidad, afirmaciones que han sido desmentidas por diferentes fact-checkers. La siguiente publicación de un activista provida costarricense es un ejemplo de esto, pues señalas que las vacunas son «abortivas y están afectando a todos los costarricenses con turbo-cánceres, miocarditis, pericarditis, infartos, derrames, problemas en el sistema nervioso central-neurológico, musculo-esqueético, digestivo, metabólico, endocrino, entre otros».

 

Captura de Instagram.
Imagen: captura de Instagram

 

Además del sesgo científico, otra de las narrativas que más se difunde, y que corresponde al objetivo de cambiar continuamente la hipótesis frente al tema de vacunación, es la de la fabricación de vacunas (e incluso enfermedades) con el fin de controlarnos y/o que los dueños de las farmacéuticas o Bill Gates se enriquezcan. Al igual que las anteriores, esta narrativa ha sido revisada y desmentida en diferentes ocasiones por distintos fact checkers como el de La Silla Vacía. En la imagen se evidencia una publicación realizada por una autora española afirmando que “la industria farmacéutica es un gran negocio”.

 

Captura de Instagram
Imagen: captura de Instagram

Soluciones para mitigar el desorden informativo

 

Ante la frecuente desinformación y misinformación generada por los contenidos propagados por los activistas de los movimientos de escépticos y dudosos alrededor del mundo, se ha abierto el debate sobre qué hacer frente a este comportamiento en redes sociales. Hay dos posturas principales que proponen sobre todo políticos y académicos: censura y educación. La primera plantea eliminar tanto publicaciones con desinformación como aquellas cuentas que las realizan con frecuencia. Esta medida ya ha sido adoptada por redes sociales como Youtube; sin embargo, esto abre la controversia sobre la libertad de expresión. 

 

La segunda, de orientación pedagógica, se enfoca en una mejor comunicación sobre las enfermedades y sus vacunas, y del trabajo que realizan las autoridades, teniendo como fin mejorar la confianza en las instituciones y en las medidas que adoptan. Quienes se oponen a esta idea alegan que no es una medida que funcione a corto plazo. 

Referencias

  • Carpiano, R., Callaghan, T., DiResta, R., Brewer, N., Clinton, C., Galvani, A., Lakshmanan, R., Parmet, W., Omer, S., Buttenheim, A., Benjamin, R., Caplan, A., Elharake J., Flowers, L., Maldonado, Y., Mello, M., Opel, D., Salmon, D., Schwartz, J., Sharfstein, J., Hotez PJ. (2023). Confronting the evolution and expansion of anti-vaccine activism in the USA in the COVID-19 era. Lancet, 401, 967–70. doi: 10.1016/S0140-6736(23)00136-8.
  • Kata, A. (2011). Anti-vaccine activists, Web 2.0, and the postmodern paradigm – An overview of tactics and tropes used online by the anti-vaccination movement. Vaccine, 30(25). https://doi.org/10.1016/j.vaccine.2011.11.112
  • Peredo, V. (2022). Organización, discurso y actividad digital. Una aproximación al movimiento antivacunas en grupos de WhatsApp. Punto Cero, 27(44), 71–88. https://doi.org/10.35319/puntocero.202244192
  • Neff, T., Kaiser, J., Pasquetto, I., Jemielniak, D., Dimitrakopoulou, D., Grayson, S., Gyenes, N., Ricaurte, P., Ruiz-Soler, J., & Zhang, A. (2021). Vaccine hesitancy in online spaces: A scoping review of the research literature, 2000-2020. Harvard Kennedy School (HKS) Misinformation Review. https://doi.org/10.37016/mr-2020-82
  • Prinisk,i J., Holyoak, K. (2022) A darkening spring: How preexisting distrust shaped COVID-19 skepticism. PLoS ONE, 17(1). https://doi.org/10.1371/journal.pone.0263191
  • Thelwall, M., Kousha, K., & Thelwall, S. (2021). Covid-19 vaccine hesitancy on English-language Twitter. Profesional De La información Information Professional, 30(2). https://doi.org/10.3145/epi.2021.mar.12
  • Torres González, O. (2018). Claves para comprender la resistencia de los colectivos antivacunas: una controversia científico-tecnológica pública. RHV. An International Journal of Philosophy, (11), 7–37. https://doi.org/10.22370/rhv2018iss11pp7-37

Desorden informativo durante la pandemia por Covid-19

Durante los primeros meses de la pandemia de Covid-19 en 2020, cuando se desconocían aspectos sobre el virus y el futuro de la situación sanitaria, surgieron masivamente narrativas engañosas sobre el origen del virus, el desarrollo de vacunas, las medidas sanitarias y el proceso de vacunación. Esto no ocurrió únicamente en Colombia, el desorden informativo sobre la pandemia se propagó en todo el mundo.

La problemática de producción y circulación de narrativas engañosas no surgió con la Covid-19, ni siquiera es algo nuevo de este siglo, pero el contexto de pandemia y la abrumadora circulación de información en medios tradicionales y digitales llevó a que se hablara de “otra pandemia”, o infodemia. Tal como lo define la OMS, el término de “infodemia” se refiere a la sobreabundancia de información, especialmente errónea a favor de algunos intereses, lo que llevó a que las instituciones tomaran medidas y a que se realizaran diversos estudios sobre  los motivos, canales, temáticas y formatos en los que se presenta la información engañosa, manipulada o errónea.

Diferentes estudios realizados en Brasil y países hispanos, como España, Argentina, México, Perú y Ecuador han concluido que la principal fuente de difusión han sido redes sociales como WhatsApp, Facebook y Twitter. Las temáticas sobre las cuales se crea el desorden informativo, ya sea de desinformación, misinformación y malinformación (conozca las definiciones aquí), van desde el origen del virus, el contenido de las vacunas, las medidas tomadas por los gobiernos hasta falsas atribuciones a figuras de autoridad.

Un ejemplo de la manipulación mediática y la elaboración de montajes es la pieza de desinformación que circuló en Colombia, cuando en 2021, a inicios de la etapa de vacunación, se difundió en redes sociales la imagen de una plantilla conocida del periódico El Tiempo con la imagen de la entonces vicepresidenta, Martha Lucía Ramírez, a quien se le atribuía erróneamente la frase: “La vacuna de Pfizer produce fiebre entre 8 y 12 días, luego de mejorar puede dejar de usar el tapabocas”. La imagen fue difundida a través de Twitter, donde ya varias personas habían comentado al respecto en contra de Ramírez.

Imagen: ColombiaCheck

 

Motivaciones y causas de la desinformación

Varios autores han estudiado las motivaciones y causas detrás de la creación y difusión de los diferentes tipos de desorden informativo en canales digitales. Algunas de estas se pueden resumir en los siguientes puntos:

  • Polarización: la división a favor y en contra de medidas tomadas por los gobiernos, como el uso de tapabocas y confinamientos.
  • Aumento del uso de plataformas: durante la cuarentena, las plataformas digitales eran el único medio de socialización, por lo que cada vez más personas hacían uso de ellas.
  • Cantidad abrumadora de información: sobre todo en los primeros meses de declaración de la pandemia, la cantidad de información aumentó significativamente, no sólo en redes sociales, también en otros medios, y esto, sumado a la expectativa de las personas, facilitó la colación de contenido poco confiable.
  • Incertidumbre: ante el desconocimiento y el miedo a lo que traería el futuro, y la desconfianza en las instituciones, incluyendo los medios de comunicación, las teorías conspirativas y explicaciones anticientíficas tuvieron más posibilidades de ser aceptadas y compartidas entre las personas.

Otros estudios han señalado que las personas tenemos predisposición a creer y buscar contenido que se alinee con nuestras creencias previas, con el riesgo de que sea falso, esta tendencia es conocida como sesgo de confirmación, y de esto depende, en la mayoría de los casos, el “éxito” del desorden informativo: de que su contenido apele a sentimientos e identidades de la mayor cantidad de personas posibles. Así asegura credibilidad y mayor difusión.

Medidas ante la desinformación

Ante el evidente flujo de desinformación sobre el Covid-19 y la vacunación, se han tomado diferentes medidas por parte de gobiernos, medios de comunicación y las empresas que administran las redes sociales. Estas medidas han estado encaminadas tanto a la prevención como a la verificación del contenido problemático.

Gobiernos como el de Colombia crearon canales exclusivos de información sobre la pandemia, incluyendo páginas web, perfiles en redes sociales, líneas telefónicas y espacios televisados. En los medios de comunicación, principalmente digitales, tomaron fuerza los verificadores o fact-checkers, que desmienten o comprueban la veracidad del contenido que circula en redes sociales y otros medios.

Imagen: elaboración propia. Imágenes de los canales exclusivos para Covid-19 en diferentes países.

Redes sociales como Facebook e Instagram empezaron a advertir sobre el contenido que podía contener desinformación. En el caso de Instagram esto es exclusivo para lo relacionado con Covid-19. En Twitter, ahora X, se implementaron medidas como la eliminación de tuits con contenido falso sobre el virus y la aparición de etiquetas sobre el contexto o posible contenido engañoso, y posteriormente se implementaron las notas de la comunidad, donde las personas pueden dejar mensajes aclaratorips sobre el contenido de cualquier tuit. En Youtube se implementó la eliminación de contenido contrario a las recomendaciones sanitarias de las autoridades, así como de videos negacionistas de la pandemia y tratamientos milagrosos.  Esta misma medida adoptó Tik Tok, además de crear una sección exclusiva en sus tendencias con información de la OMS.

Además, las principales redes sociales crearon funcionalidades para permitir a los usuarios  denunciar aquel contenido que no consideren adecuado y, por supuesto, la denuncia es revisada y posteriormente aprobada o negada por los equipos de moderadores. Otras redes, sobre todo de mensajería instantánea, como WhatsApp, Telegram y Signal tomaron medidas como limitar la cantidad de veces que puede ser difundido un mensaje, sin embargo, a nivel de moderación de contenido no se adoptaron normas.

Aunque estas medidas permitieron mitigar el desorden informativo, aún no existe una fórmula para eliminarlo por completo. Evitar su crecimiento requiere no sólo de esfuerzos individuales para entender la complejidad del problema sino  también de la cooperación de múltiples actores como instituciones, empresas, escuelas, investigadores,  y gobiernos para implementar programas educativos, regulaciones, y herramientas que permitan mitigarlo. 

Referencias:
  • Altay, S., Berriche, M., & Acerbi, A. (2023). Misinformation on misinformation: Conceptual and methodological challenges. Social Media+ Society, 9(1), https://doi.org/10.1177/20563051221150
  • García-Marín, D., & Merino-Ortego, M. (2022). Desinformación anticientífica sobre la COVID-19 difundida en Twitter en Hispanoamérica. Cuadernos. info, (52), 24-46.
  • Gutiérrez-Coba, L., Coba-Gutiérrez, P., & Gómez-Diaz, J. A. (2020). Las noticias falsas y desinformación sobre el Covid-19: análisis comparativo de seis países iberoamericanos. Revista Latina De Comunicación Social 78, 237–264.  https://doi.org/10.4185/RLCS-2020-1476
  • Masip, P., Aran-Ramspott, S., Ruiz-Caballero, C., Suau, J., Almenar, E., & Puertas-Graell, D. (2020). Consumo informativo y cobertura mediática durante el confinamiento por el Covid-19: sobreinformación, sesgo ideológico y sensacionalismo. El Profesional de La Información, 29(3).  https://doi.org/10.3145/epi.2020.may.12
  • Noain Sánchez, A. (2021). Desinformación y Covid-19: Análisis cuantitativo a través de los bulos desmentidos en Latinoamérica y España. Estudios sobre el Mensaje Periodístico, 27(3), 879-892.
  • Rabb, N., Cowen, L., de Ruiter, J.P., Scheutz, M. (2022) Cognitive cascades: How to model (and potentially counter) the spread of fake news. PLoS One, 17(1). doi: 10.1371/journal.pone.0261811.
  • Vega-Dienstmaier, J. (2020). Teorías de conspiración y desinformación en torno a la epidemia de la COVID-19. Revista de Neuro-Psiquiatría, 83(3):135-137. https://revistas.upch.edu.pe/index.php/RNP/article/view/3792

Fact-checking (verificación) en un contexto de desorden informativo

Vivimos en una sociedad de comunicación inmediata, estamos hiperconectados los unos a los otros, ya sea por redes sociales o aplicaciones de chat en las que se produce, circula y se consume la información. Según el informe Global Digital Trends se estima que para principios de este año en curso cerca de 4.76 mil millones de personas usan redes sociales, es decir, cerca del 59% de la población mundial consume y tiene acceso a plataformas digitales. Es por la masividad y el consumo mundial, que las redes sociales son el escenario ideal para la transmisión de información.

El desorden informativo agrupa la desinformación, la misinformación  y la malinformación. Cuando la información es usada de forma malintencionada, modifica su contenido, y ataca personas, grupos o gobiernos es  desinformación. Es necesario entender que en medio de una disputa política o una confrontación entre dos personas con alto poder la desinformación, puede provenir de su opositor, para desestabilizar su imagen sobre la gente. Es por esto por lo que es necesario buscar fuentes oficiales, y no caer en las trampas del desorden informativo. 

Frente a este panorama, que no es nuevo, a mediados de los 90 en Estados Unidos aparece Snopes, considerada la primera página dedicada a la recolección y comprobación de información engañosa y problemática. Snopes emerge en el año de 1994, y aunque en sus inicios se dedicaba a la verificación de información basada en leyendas urbanas, rumores y noticias, hoy en día ha evolucionado al punto en que se convirtió en una empresa que realiza actividades de fact-checking (o verificación)

Actualmente el ejercicio de Fact-Checking se ha convertido en un ejercicio periodístico que se dedica a la verificación de datos, hechos o afirmaciones. Un verificador de información es un periodista que asume esta necesidad de transparencia,  y tiene un rol de compromiso con la verdad, una información sana,  transparente y sin interés. 

Ahora bien, así como el papel del fact-checker ha crecido en un contexto de desorden informativo, la visibilidad y el alcance de la información problemática  también lo ha hecho. Las redes sociales y plataformas digitales son espacios críticos para el ejercicio del fact-checking. Redes sociales como Facebook o Twitter (ahora X) parten de un principio de libre expresión, que no necesariamente va de la mano con la verdad. Es ahí donde el verificador aparece. “El periodismo de verificación tiene el reto de articularse con estos espacios donde se propaga la desinformación no como medio o aparato de control sino como medio de confianza para el debate libre e informado”, afirma el investigador Carlos Rodriguez, de la Universidad de Ibagué en su texto “Una reflexión sobre la epistemología del fact-checking journalism: retos y dilemas”.

Desorden informativo en contextos de crisis

Durante la escritura de este texto se completaron 12 días del recrudecimiento del conflicto en la Franja de Gaza y  Palestina ocupada. Las redes sociales, los canales y medios de comunicación se han llenado de información, han tratado de comentar lo que sucede, partiendo desde un momento coyuntural, el día a día, o el origen de este conflicto. En medio de la inmediatez, las agendas políticas y las convicciones tanto de medios como de personas se han difundido varias noticias de las cuales los Facts-checkers se han tomado el tiempo y la tarea de confirmar o desvirtuar. EFE Verifica, el sistema de verificación de información de la agencia EFE ha recogido las noticias que más han generado impacto. 

Inicialmente se habló de que en medio del conflicto, el grupo armado Hamas había secuestrado a 40 niños los cuales después habrían decapitado. Esto fue difundido por cientos de medios y portales de noticias, dada la situación compleja de la zona y lo violento del ataque realizado por Hamás la información inicialmente fue dada como cierta. Sin embargo, con el paso de los días se comprobó que esta información no era cierta, no se conocieron imágenes, ni confirmaciones oficiales de este suceso. 

Esta desinformación comenzó cuando una reportera israelí aseguró haber visto los cuerpos de los menores, luego afirmó que había escuchado esto, sin embargo, nunca lo pudo comprobar. Esto termina siendo un ejemplo de cómo una situación tan compleja y deshumanizante como es la guerra y las confrontaciones bélicas terminan siendo utilizadas para incluso recrudecer más la guerra. 

Así mismo, en el contexto del conflicto que se está viviendo actualmente se ha utilizado información real, pero manipulada totalmente. El día 17 de octubre fue bombardeado un hospital en la Franja de Gaza, se estima que entre las víctimas hay por lo menos 500 personas. La responsabilidad de este atroz acto no ha sido asumida por ninguna de las partes, desde el lado palestino afirman que fue un ataque israelí, mientras que Israel ha entregado tantas versiones que genera confusión y poca solidez en su defensa. Una de las defensas dijo que había sido un cohete del propio Hamas, para esto difundieron un video en que se ve un cohete impactando contra una edificación. Este video circuló en redes, pero igualmente no se pudo determinar si la fecha del video coincide con el suceso, o si era siquiera el hospital que se menciona.

El contexto actual en el que todos juegan un papel, resalta la figura del fact-checker. En este caso, el diario estadounidense de New York Times dirigió todo un equipo de investigación, análisis de video, reporteros e investigadores en desenredar este caso. Si bien esta investigación realizada por el Times no determina quien es el responsable, sino pone a prueba el video más viralizado y logra demostrar que no corresponde al ataque del hospital Al-Ahli.

Iniciativas de fact-checking en Colombia

Por otro lado, entendiendo a los facts-checkers como agentes necesarios en la circulación de información de calidad, podemos reconocer el papel que juegan dentro de los medios de comunicación. Un estudio demostró como desde las agencias de noticias se han intensificado los esfuerzos por generar un contenido más limpio y directo para contrarrestar la desinformación y misinformación en línea. Incluso hay casos de medios de comunicación que han implementado equipos de fact-checkers dentro de sus salas de redacción, por ejemplo, La Silla Vacía en Colombia, quien cumple un papel de comprobación de información sobre todo en coyunturas políticas como debates previos a elecciones regionales o presidenciables y discursos políticos.  

Igualmente, el trabajo de los facts-checkers debe ser visibilizado por los medios de comunicación como una forma de comprometerse con la verdad y la transparencia, por ejemplo al desmentir o al rectificar una noticia. Sumado a esto, las redes sociales, son un espacio de difusión de información. Están las páginas oficiales de los medios, y por otro lado las páginas personales de los usuarios,  que quieren informar. En cualquiera de los dos espacios se pueden presentar casos de desorden informativo que afectan la comunicación. 

Igualmente, en Colombia aparte del caso ya mencionado de La Silla Vacía que asume un rol de fact-checker en contiendas electorales, existe otro proyecto de verificación de hechos y detección de noticias falsas o modificadas. Consejo de Redacción es una asociación de periodistas que fomenta  el periodismo investigativo. De ahí se desprende ColombiaCheck, un proyecto que agrupa a más de 100 periodistas con una plataforma de verificación y comprobación de hechos en el ecosistema de noticias. Este proyecto es financiado por medio de ONGs y algunos donantes de la red, como Facebook y Google.

Desde ColombiaCheck han entendido el fact-checking para la “preservación de la exactitud, transparencia e imparcialidad para salvaguardar la democracia y la responsabilidad ante los públicos”. El trabajo que realizan desde Colombia Check parte de la revisión de una afirmación, a partir de ahí se verifica la procedencia, y se contrasta la información contextualizando, buscando fuentes oficiales y finalmente realizan una clasificación entre si es verdadero, falso o cuestionable. 

Cabe aclarar que ambos portales, La Silla Vacía y ColombiaCheck pertenecen al International Fact-Checking Network, una red internacional que agrupa a los principales verificadores comprometidos con la comprobación y la transparencia de la información. Son cerca de 100 los verificadores agrupados en la IFCN en todo el mundo, y desde el 2015 trabaja en la capacitación de los verificadores. Además, la IFCN es propiedad de Poynter, una escuela de estudios del periodismo, donde recibe gran parte de su financiación, además, de la posibilidad de recibir donaciones por parte de las personas interesadas en trabajar el campo de la desinformación.